PERIODISMO EN ÉPOCAS DE ACTIVISMO POLIÉTICO
- Columna 7
- 9 oct 2021
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Por: Ricardo Bolaño González.
Hice un pequeño ejercicio de salud mental hasta hace poco. Me desconecté totalmente de la realidad política colombiana. Cero diarios, noticias radiales y televisivas, y hasta silencié algunas cuentas de twitter; todo con un objetivo, vivir sin saber en qué andan nuestros políticos.
Deberíamos hacerlo cada cierto tiempo, olvidarnos de todo ese desastre que ha resultado ser la política colombiana, y dedicarnos un poco más a aquello que nos hace feliz. De una u otra forma recargas energías, y por supuesto, terminas por entender por qué en Colombia el abstencionismo abunda.
Sin embargo, cuando se quiere tener criterio político, y se pretende dar ejemplo pedagógico, lo mínimo es tener claridad frente a los temas de actualidad política.
Me está totalmente prohibido ejercer el activismo político, por lo que este espacio nunca ha sido ni será aprovechado para ello, pero si considero que nuestra sociedad necesita mucha más educación en lo que atañe a la importancia del voto.
El problema de la democracia colombiana, sobre todo en las regiones, es que no se vota por convicción sino por interés, el voto de opinión es mínimo, pertenece a las grandes urbes donde se ha aprendido a tomar conciencia, entiende que el voto no tiene nada que ver con favores políticos, no voto por el amigo, voto por el más preparado.
De ahí que las dinámicas y ecuaciones de las elecciones presidenciales, parlamentarias y locales sean totalmente diferentes. Es mucho más fácil votar a conciencia para presidente que para un dirigente local.
A nivel local y sobre todo en las regiones (entre más apartadas más evidente), las votaciones están íntimamente ligadas al interés económico; el Estado suele ser el único empleador, por lo tanto, votar por mi amigo representa asegurar mi estabilidad laboral por lo menos durante el ejercicio del cargo.
Se viene hablando décadas de lo mismo, la importancia de la iniciativa privada y de disminuir el tamaño del Estado, y de esa forma evitar el clientelismo político y el señalado voto de estómago, serán los lectores los encargados de llegar a las conclusiones en la materia.
En este escenario, hoy los medios de comunicación tienen un protagonismo absoluto, su democratización generó que cualquiera (incluyéndome) se atribuya la calidad de comunicador, situación aprovechada muy bien por los partidos y movimientos, y de ahí que tales medios estén llenos de activistas políticos posando de periodistas.
El activismo lejos de enseñar, adoctrina, no le interesa el criterio propio de cada quien, pues lo importante es la lealtad a un dogma, o peor aún, a una persona. De ahí la responsabilidad de los medios no censurar al periodismo de opinión, sino de velar por el profesionalismo y ecuanimidad con que se transmite la información.
Entiendo que son tiempos difíciles, cada quien sólo quiere escuchar lo que esté acordé a sus convicciones, cada vez resulta más improbable la autocrítica, sobre todo del activismo político, razón por la cual el esfuerzo de los medios debe ser el doble y hasta el triple para tratar de enseñar y no adoctrinar a nuestra sociedad.
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